Remodelar la casa no debería empezar por Pinterest, sino dentro de ti

Mujer sentada en su nuevo rincón con gesto de alivio y pertenencia

Remodelar, reformar, empezar de cero. Cambiar muebles, tirar tabiques, pintar, reordenar. Lo vemos como un proceso práctico o estético. O, peor aún, como una reforma. Pero para muchas mujeres, como tú, que están sosteniendo una vida que no terminan de vivir como suya, remodelar la casa no es solo una obra. Es una pregunta existencial:

¿quién soy yo ahora y cómo quiero vivir?

Yo también caí en la trampa de pensar que remodelar era reorganizar el espacio para hacerlo más funcional. Más bonito. Más Pinterest. Pero cuando empecé a cuestionar lo que me movía por dentro, me di cuenta de que no necesitaba una casa perfecta. Necesitaba una casa que me contuviera cuando todo a mi alrededor era un caos. Y que me recordara quién era yo en ese momento de mi vida.

El mito: remodelar la casa empieza por elegir materiales o estilos

Muchas mujeres llegan a mí después de haber pedido presupuestos, guardado ideas en Instagram y hecho listas de cambios. Pero cuando les pregunto qué necesitan emocionalmente de su casa, se quedan en blanco.

Y no es culpa suya. Nos han enseñado a pensar en términos de estilo, metros y muebles. No en términos de necesidad emocional, ritmo de vida o momentos vitales. Pero los estudios del Instituto de Neuroarquitectura Aplicada (2021) muestran que

el 80 % del impacto del entorno en nuestro bienestar tiene que ver con factores sensoriales y emocionales, no con el valor decorativo.

Una historia real: cuando una reforma te enfrenta a ti misma

Una clienta, Carmen, llegó a mí en mitad de una reforma que le estaba superando. Tenía un presupuesto alto, arquitectos implicados y una casa preciosa (en teoría). Pero me dijo: “no sé qué estoy haciendo. Me estoy gastando un dineral y siento que nada tiene sentido conmigo”.

No era un problema de materiales. Era que estaba tomando decisiones desde el miedo a hacerlo mal, a que no encajara, a que no se entendiera lo que quería. Y es que, ¿cómo iban a entender lo que quería si ni ella misma lo sabía?

Lo que hicimos juntas no fue rediseñar los planos. Fue hacer una pausa y preguntarle: ¿qué parte de ti está pidiendo espacio aquí? ¿Qué estás intentando demostrar con esta casa?

Ese tipo de preguntas —inspiradas en el trabajo de Byron Katie— nos llevaron a no hacer un despacho perfecto, sino uno imperfecto donde pudiera respirar. Y, sobre todo, a quitar cosas en lugar de añadir.

A simplificar para sentir.

¿Te reconoces en alguno de estos síntomas?

  • Te bloqueas a la hora de elegir materiales o acabados.
  • No sabes si lo que estás haciendo es para ti o para los demás.
  • Te da miedo arrepentirte de cada decisión.
  • Tienes una lista de cosas que cambiar, pero nada te ilusiona de verdad.
  • Compras cosas bonitas, pero no sabes si te representan.

¿Por qué decorar sin revisar lo que sientes dentro puede hacerte sentir más vacía?

Porque no estás construyendo desde el deseo, sino desde la exigencia. Porque no estás eligiendo para sentirte tú, sino para no fallar. Y en ese proceso, se te va la energía, la ilusión, y el sentío!

Remodelar la casa, cuando se hace sin pausa emocional, puede convertirse en otro modo de exigencia estética: mucho gasto, mucha duda y poca verdad. Y eso, tarde o temprano, se nota en cómo vives.

Mi enfoque como interiorista emocional no se basa en estilos ni tendencias. Se basa en ayudarte a mirar qué partes de ti quieren más espacio. Y a crear, desde ahí, una casa que no te abrume, sino que te haga sentir totalmente tú.

Cuando tú cambias, todo lo demás cambia.

¿Te gustaría hacerlo acompañada?

Sesión gratuita para escuchar qué necesita de verdad tu casa.
Test emocional + guía sensorial.
Rediseño emocional adaptado a tu momento vital.
Online o presencial en Madrid.

RESERVA TU SESIÓN GRATUITA AQUÍ

O escríbeme por Instagram a @laurahousecoach


También puede interesarte:

Este artículo está basado en mi experiencia acompañando a mujeres que remodelan su casa como un acto de retorno a sí mismas, no de escapar de su realidad.