Hace dos semanas invité a unos amigos a casa. Pasaron al salón, mientras yo me quedaba en la cocina. De repente, uno de ellos vino y me dijo (con cara de indignación): “Oye, ¿se puede saber por qué tienes todos los libros al revés? ¿Te has vuelto loca? He visto que tienes toda la colección de Caballo de Troya y un libro de gramática española”.
A lo que le respondí: “¿Crees que si los tuviera puestos con el lomo hacia fuera habrías ido a verlos?”.
¡Su cara fue un poema!
Evidentemente, este es uno de mis motivos personales de hacerlo, pero ¿realmente es importante ponerlos al revés? ¿Estamos todos los interioristas locos? ¿Por qué esta tendencia?
Importante o no…
Es algo que está a la orden del día. No hay más que ver las fotos en Instagram (#backwardsbooks) para darse cuenta de que something is happening, amigos.
Y, si tanta gente lo hace, ¿están todos equivocados? Esto puede sonar al famoso “si todos se tiran por un puente, ¿tú también?”. Y la verdad es que no, no hace falta. Eres libre de decidir si te tiras o no; o, de una manera menos suicida, si te unes a la tendencia o no.
¿Están entonces todos los interioristas locos?
La gran mayoría sí, para que nos vamos a engañar. O al menos algo les pasa, porque como me suelen decir “hacéis cosas muy raras” (jaja).
Dejando la broma aparte, es normal que para saber si es necesario tirarse de un puente, antes te hagas esta pregunta (no sea que de repente te veas poniendo patas arriba tu casa con tal de seguir a una pandilla de locos).
Pero un ejemplo de gente que se ha atrevido a hacerles caso son los influencers (o celebrities), que no han tardado en unirse a este movimiento o en incluir una vista de su salón o estantería en los famosos house tours.
Estudio María Santos.
Quizás no tanto por la locura de los diseñadores de interiores, sino más bien por los motivos que estos tenían para crear una tendencia, cuanto menos, revolucionaria, en términos de estética y organización.
Pero ¿por qué esta tendencia?
Seguro que habrás oído eso de “el negro no es un color”. Y lo mismo con el blanco. Pero ¿acaso el blanco de las hojas es siempre idéntico? ¿Son igual de blancas las hojas de un libro que las de otro?
Venga, que lo estás deseando, dale la vuelta a un par de libros.
En efecto. Ni el color, ni el gramaje ni el grosor son iguales.
Por otro lado, el blanco o el negro forman parte de lo que se conoce como tonos neutros (es decir, que no compiten unos con otros). Y es precisamente por eso por lo que esta tendencia ofrece muchas posibilidades estéticas en cuanto a variedad cromática.
Me explico. Las diferentes tonalidades de un blanco (más amarillo, más beige, más marrón…) te dan otras opciones a la hora de diseñar tu estantería (¿cuántos blancos conoces?).
A no ser que seas de los del grupo de interioristas locos y los tengas repetidos, todos los libros son diferentes y, por tanto, sus lomos. Y, a veces, al colocarlos juntos no pegan ni con cola, o llaman la atención en un espacio mucho más de lo que te gustaría: demasiados colores, diferentes tipografías, etc.
Pero, como he dicho antes, tú decides si te tiras a la piscina o no. Sacar partido a estos handicaps también aporta ciertas ventajas de diseño, como hacer una casa más acogedora, darle personalidad a tu espacio o aportar toques de color.
Darle la vuelta a los libros te proporcionará mayor armonía y muchas opciones de diseño.
¿Que qué pienso yo?
Pues que, aunque es divertidísimo, cada espacio requiere tratarlo de una forma distinta. Depende de la decoración que tengas (y de los libros, por supuesto), de lo que quieras conseguir en el espacio y de la estantería. Pero, sobre todo, de cómo quieras sentirte en ese espacio.
Si lo que buscas es diseñar un espacio con propósito, lee mi sección sobre House Coaching™.
