Limpieza y orden en casa: 9 sitios que nunca limpias

limpieza orden en casa

El orden y la limpieza en casa son básicos si quieres vivir a gustito en el espacio donde trabajas, duermes o desayunas.

Una de las principales expertas en este tema Marie Kondo, gurú japonesa del orden, describe este acto de limpiar y ordenar como un proceso meditativo que nos hace más felices y, valga la redundancia, más ordenados. Pues, según su método, tu casa no volverá a estar desordenada nunca más.

Por eso, más allá de sus recomendaciones y de las distintas técnicas que hay para limpiar o planificar una limpieza general, he querido hacer este post para hablar de 9 sitios u objetos que nunca limpias, y que tienen un efecto directo en nuestra salud, estilo de vida y felicidad.
Pero ¿por qué hablar de esto?
  1. Porque la mayoría de personas que dicen que su casa es una mierda, realmente lo es. Pero no por la casa en sí, sino porque la tienen llena de eso, mierda. Y en este grupo tan amplio incluyo cosas que ya no quieres, polvo, enseres que nunca utilizas, cosas que nunca limpias y, en definitiva, que ya no te hacen feliz.
  2. Porque la mayoría de las personas del punto 1 dicen que no lo hacen porque odian perder el tiempo.
  3. Porque según diferentes estudios pasamos una media de un año y un mes de nuestra vida limpiando. ¿Sabes lo que es eso? 60 minutos, 24 h, 396 días. Y, a pesar de eso, seguimos sin estar a gusto en casa.
  4. Porque es normal que si piensas como las del punto 1, pienses como las del punto 2 y acabes sintiéndote como las del punto 3.

AVISO: si llegado este punto, no has entendido nada, sientes que perteneces a uno de esos grupos (pero no quieres cambiar nada) o eres de los que dejan la mancha de café en el suelo 3 semanas, por tu salud te recomiendo que no sigas leyendo.

Ahí van:

1. Un mundo debajo de las alfombras.

Que no lo veas, no significa que no exista. Alucinarías con lo que puedes encontrar debajo de tu alfombra (la nueva de Avatar se queda corta).

Solo tienes que darle la vuelta a tu alfombra y aspirar debajo.

2. Lo mismo pasa si te vistes de gala.

Pero no te lavas la cara. Pues, algo falla.

Es el caso de la parte superior del frigorífico. Si el tuyo está encastrado, seguramente puedas acceder a él desde el mueble superior. No hay excusa para que le quites el polvo y la grasa acumulados.

3. El ojo del huracán.

Aunque abras las persianas por la mañana, no las dejas a ras, y ese polvo y suciedad que se acumula en ellas puede entrar mientras ventilas.

Depende de qué material estén echas las persianas, podrás limpiarlas de una forma u otra. Si son de metal, PVC o aluminio, puedes usar un trapo, una bayeta o hasta un calcetín viejo con agua y multiusos. Si son de madera, no mojes demasiado la bayeta y sécalo rápido. Para las de tela puedes usar directamente un trapo de microfibra medio húmedo.

4. Si no puedes con tu enemigo, únete a él.

Reconoce que jamás podrás hacer el trabajo que hace una aspiradora. Reconocido esto, si vas a dejarle todo el trabajo sucio, no te olvides de que tiene bolsa y filtro (donde se adhiere la porquería). Y que deberías cambiarlos, como mínimo (minimísimo), una vez en tu vida.

Puedes encontrar aquí recambios de cualquier aspiradora.

5. ¿Qué hay en el bolso de una mujer?

Pues, si te digo la verdad, no lo sabemos ni nosotras. Y mira que estoy escribiendo este artículo, pero es que es meter una cosa en el bolso y parece que se reproduce; día a día esa cosa va imantando cosas nuevas, se las lleva al fondo y no vuelven a salir.

¿Un consejo? Dar la vuelta al forro para limpiarlo con un paño mojado y un poco de detergente.

6. La escoba tiene más pelos que yo.

Y es que, ¿quién no se ha encontrado una cola de gato en su escoba?

Cuando cepillas, la suciedad se pega a las cerdas y los duendecillos van haciendo su trabajo poco a poco (como con el cable de los cascos). Puedes quitar las pelusas con la mano o con agua templada y jabón (y dejarla secar); o, si te da mucho asquete, aspirarlas. Y luego vuelve al punto 1.

7. Haciendo honor a su función.

La basura llena de basura, como no puede ser de otra manera. Personalmente, no hay nada que dé más asco y menos felicidad que ver los cubos de basura manchados.

Echa agua dentro con un chorro de lejía y deja reposar unos minutos. Frota y límpialo bien para luego dejarlo secar. Dicho sea de paso, aquí tienes algunos cubos de basura preciosos e ideales para reciclar.

8. De nada servirá decirle que le quieres…

Si ve donde pones el cepillo de dientes.

Mete el bote en agua con lejía una vez a la semana, acláralo y sécalo; o simplemente mételo en el lavavajillas.

9. Limpia lo que limpia.

A la pobre bayeta le pasa lo mismo que a la aspiradora; si limpias todo con ella, pero no la limpias, acabarás por ensuciar, más que limpiar, o tirar bayetas a lo loco. Y no está el planeta como para derrochar bayetas.

Puedes desinfectarlas con lejía, amoniaco o jabón. O bien echarlas a la lavadora; eso sí, recuerda llenarla con algo más que una bayeta o si no estarás haciendo un pan como unas tortas.

10. La máquina del café importa.

Una amiga mía amenazó a su pareja con no casarse si volvía a dejar las cápsulas usadas en la cafetera.

No solo por razones sentimentales, sino por la cal (en caso de cafetera normal), las gotas de café y la suciedad que se acumula, estaría bien que la mantuvieras limpia a diario.

Él lo hizo. Y ahora viven felizmente casados.

Puede que no te interese el matrimonio…

Pero si quieres vivir en una casa que te haga feliz o adaptar tu estilo de vida a tu nueva casa, quizás sí te interese saber qué es House Coaching™.

Qué es House Coaching

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